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miércoles, 21 de mayo de 2014

LA TEMBLORINA


Cuando pensé que escribir algo sobre los recientes sismos sentidos en esta sufrida ciudad de vanguardia ya no era un tema de actualidad resulta que, este día a las cinco de la mañana, otro temblorcito nos hizo brincar de la cama y a algunos, alcanzar la calle casi como Dios los trajo al mundo.

Desde aquel lejano año de 1853 en que Don Francisco González Bocanegra (qepd) dijo “y retiemble en sus centros la tierra”, los temblores, guerritas, narcotráfico y demás travesuras de la delincuencia organizada y desorganizada, tienen frito al paisanaje.

Y no sólo eso, pues más de cien años después el profeta Chico Che lo vaticinó al preguntar “¿Dónde te agarró el temblor?

Las movidas comenzaron el pasado 18 de abril, en plena Semana Santa, en que los devotos compatriotas van a tostarse el ombligo en las higiénicas y seguras playas mexicanas y, los más fregados, se conforman con celebrar el Sábado de Gloría exponiéndose a que la autoridad los multe y extrañando las infectas playas marcelianas.

Desde entonces todos estamos amarillos y con la boca seca por el susto, mirando a cada momento si la lámpara que pende del techo se balancea sospechosamente.

Este sismo tuvo numerosa descendencia (como aquellas familias a las que Chayito Robles ya no quiere apoyar) pues más de doscientos movimientos se han presentado desde entonces y seis de ellos con intensidades considerables.

Mención especial merece el ocurrido el día 8 de mayo pues ocurrió en día laborable, lo que puso los pelos de punta a más de uno.

Yo trabajo en Paseo de la Reforma en un edificio de oficinas de una altura de veinte pisos, así que ya se imaginarán cómo se puso aquello.

Periódicamente se realizan simulacros previendo estos casos y todo sale perfectamente y se felicitan por el orden y la rapidez con que se desaloja al personal, pero a la hora de la hora todos salen despavoridos y en calidad de estampida pasan por encima del tarugo que no se mueva rápido.

Me llevo bien con la mayoría de la gente que trabaja en el edificio, pero ese día me di cuenta de mi odio hacia gente con la que creía no tener problemas y hasta con algunos que jamás había visto en mi vida.

El gordito bonachón y simpático que siempre está de buenas y que cuando andamos en la depre nos cuenta chistes y hasta invita las tortas, en esos momentos se convierte en uno de los seres más odiados del planeta, pues como la escalera es muy angosta el susodicho ocupa todo el espacio disponible y moviéndose con la rapidez y la gracilidad de un elefante reumático, se lleva las mentadas de todos los que van detrás de él.

Y qué decir de la secre del Director que a los esclavos nos alegra el día con su minifalda y con esos tacones de 12 cms. que la hacen verse muy sexy y al mismo tiempo caminar con la gracia de una gallina espinada,  pero que la hora de una emergencia son de lo más imprácticos y generadores de otra andanada de mentadas dirigidas hacia la pobre chamaca.

Y la señora de la Oficialía de Partes, cuyo nombramiento fue expedido por el mismísimo Porfirio Díaz y que se niega a jubilarse “porque me muero si no trabajo”, aunque la mitad de su jornada se la pase cabeceando y la otra mitad totalmente jetona. En estos casos nadie se acuerda de ella hasta que todos están en la calle y sólo se le desea que se encuentre bien. Pero cómo ella misma dice “ay hijito, si me eché los temblores del 57 y del 85, los que sigan me pelan los dientes”.

Y la compañerita que en los primeros segundos del sismo prorrumpe en alaridos como de becerro apaleado, después chilla y finalmente se queda en estado catatónico por lo cual hay que llevarla casi arrastrando para que salga del piso.

Mi cubil está en el piso 16 y supuestamente tenemos que alcanzar la calle en un minuto, lo cual es humanamente imposible, por lo que mejor me quedo en mi lugar rogando a toda la corte celestial para que el edificio no se me venga encima.

El edificio se encuentra frente a uno de esos hoteles altísimos en los que regularmente se hospedan turistas extranjeros, por lo que es todo un espectáculo verlos como bajan corriendo por todos lados y sin orden alguno, como manada de gatos y si de por si están blancos como panza de pescado, con el susto adquieren un bonito color blanquiverduzco como sobaco de lagartija.

Y mientras estoy escribiendo esto como que siento un mareo. Creo que está temblando y miro la planta que tengo a un lado. No, me equivoqué. Está quieta.

Y, como dijera Raphael, así andamos desde aquél día.


Es pregunta.


¿Por qué será que el Servicio Sismológico Nacional siempre ajusta la magnitud de los sismos con una intensidad menor a la que inicialmente anuncian?




El Top 2.

Las canciones más escuchadas en los últimos días.

1. Cuando pase el temblor- Soda Stereo.

2. ¿Dónde te agarró el temblor?- Chico Che y La Crisis.

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